Si yo no hubiera entendido
que aquellos latidos
ponían la noche a danzar,
tú no me hubieras ni bañado
y vestido
con humedades y gemidos.
Si yo no hubiera quedado
tan desarropado
al centro mismo de tu placer,
tú no me hubieras disecado
y expedido
el pasaporte hacia el olvido.
Si yo no hubiera caído tan bajo
de andar por atajos
sufriendo atención,
tú no me hubieras echado al cajón
donde van despreciados
retazos de amor.
Por eso fui
a inventar, para ti,
melodramas
que te hagan volver a mi cama.
Si yo no hubiera escalado
por cuando pecado
ordenan tus celos saltar,
tú no me hubieras advertido
o suplicado
ganas y morbo renovado.
Si yo no hubiera saltado cual fiera,
como ventolera
de inquieto ciclón,
tú ya no hubieras querido atrapar
con tu alma y tus manos
mi fiel corazón.
Por eso fui
a inventar, para ti,
mil dolores
que puedan atarnos de amores.
La razón de este amor
es espíritu en contradicción.
Es Espíritu Santo de mi amor,
de este amor que me quema
flotando en el limbo
que perdí, que no tengo.
Soplando en el viento.
Perdido en el tiempo.
Perdido en el tiempo.
Perdido.